Inicia el año 2025 y los planes que establecen hombres y mujeres se empiezan a poner en práctica, se vive la persistencia de desafíos, se provoca mayor comunicación en contextos cercanos y lejanos que son de interés, se visualiza el éxito y los objetivos establecidos como una forma de vida constante. Se pretende dejar en el pasado una mentalidad fija que cierra los caminos, pero se pone en práctica aquella que abra posibilidades de cambio mediante la puesta en práctica de las habilidades y competencias propias de los individuos.
En las instituciones educativas, se adecuan a los cambios y transformaciones académicas que se exigen en el mundo para mantenerse a la vanguardia, aprovechando cada oportunidad que el exterior ofrece, para que así las experiencias vayan más allá del aula y se desarrollen habilidades de resiliencia frente a situaciones de presión y estrés. Todo lo anterior al ver las posibilidades como desafíos que hay que vencer a través de procesos varios que se ajusten a cada circunstancia del contexto y de las personas, para cuando haya tropiezos se conviertan en momentos de reflexión que deriven en una mejora continua en la que se muestren aspectos como la inteligencia y la capacidad.
La mentalidad del ser humano tiene la capacidad de asumir cualquier reto y dimensionar que los errores pueden existir más allá de los talentos que naturalmente tienen los individuos. La inteligencia radica en lograr objetivos con los recursos que se tienen, y por tanto hay que mantenerse alejado de la inacción, hacer lo que sea necesario, y tomar los retos con visión y creatividad.
No dejemos en el camino los objetivos trazados, cerremos círculos en los que la disciplina sea el secreto. Los errores son oportunidades para seguir creciendo, enfrentemos con ímpetu aquellos que nos hemos propuesto, porque muchas veces concretarlos va más allá del coeficiente intelectual cuando también se trata de esfuerzo, de disciplina y de educación, esto en los diferentes contextos donde cada quien se va desarrollando e intentando.