La caída en las remesas, un golpe silencioso a la economía mexicana
06/06/2025
Autor: Juan Méndez
Foto: Juan Méndez

En ese contexto, la caída de remesas representa una llamada de atención sobre la necesidad de diversificar las fuentes de ingreso para millones de hogares mexicanos.

La economía mexicana ha comenzado a resentir con fuerza un fenómeno que, aunque silencioso, es sumamente significativo: la caída en el envío de remesas por parte de los connacionales que viven y trabajan en el extranjero, especialmente en Estados Unidos. Así lo advirtió Anselmo Salvador Chávez Capó, profesor de la Licenciatura en Administración Financiera y Bursátil de UPAEP.

El académico señaló que el flujo de remesas registró en abril una caída del 12% respecto al mismo mes del año anterior, lo que representa el retroceso más pronunciado desde septiembre de 2012. “Los números no mienten. Estamos viendo los efectos de decisiones tomadas en la política migratoria y comercial estadounidense. Esta baja no es casual, era una consecuencia previsible”, explicó.

De acuerdo con cifras del Banco de México, en abril de 2025 ingresaron al país 4,761 millones de dólares por concepto de remesas, el peor resultado para un mes de abril desde 2009, cuando se vivía la crisis financiera global derivada de las hipotecas. En términos acumulados, el flujo total del cuatrimestre enero-abril cayó 2.5%, siendo la primera caída en dicho periodo desde 2013.

Chávez Capó enfatizó la importancia que tienen las remesas para el país. En 2024, México recibió más de 64,400 millones de dólares por este concepto, monto sólo superado por las exportaciones automotrices. Este flujo de dinero representa un sustento directo para millones de familias mexicanas, y su reducción tiene implicaciones inmediatas tanto en el consumo como en la inversión en las economías locales.

“Estados como Zacatecas, Michoacán, Guanajuato, Oaxaca, Chiapas y Puebla dependen significativamente de las remesas. Esta disminución afecta directamente a su capacidad de gasto y ahorro”, comentó el especialista. Por ejemplo, solo en Puebla —donde se calcula que se recibe el 5% del total nacional— la caída podría representar hasta 117 millones de dólares menos en un año.

Incertidumbre política y comercial en EE.UU.: “La reciente imposición de aranceles al acero y aluminio bajo argumentos de seguridad nacional por parte del gobierno estadounidense aumentó la percepción de riesgo”, explicó.

Temor a nuevos impuestos: La propuesta de aplicar un impuesto del 3.5% a remesas enviadas por personas indocumentadas provocó un envío anticipado de recursos en marzo, lo que infló temporalmente esa cifra, pero profundizó la caída en abril.

Depreciación del dólar: “El dólar ha perdido valor en los mercados internacionales, lo que también ha impactado negativamente los envíos”, añadió.

Factores estacionales: La Semana Santa, que cayó en marzo, generó un adelantamiento en los envíos, reduciendo el flujo posterior.

En el caso específico de Puebla, la caída impactaría a municipios como Puebla capital, Atlixco, Tehuacán, Izúcar de Matamoros y San Martín Texmelucan. Solo la capital dejaría de recibir más de 21 millones de dólares si se aplica el nuevo impuesto a remesas enviadas por migrantes indocumentados.

Chávez Capó señaló que, aunque la caída ha sido persistente en los últimos cuatro meses, aún no se puede afirmar que se trata de un cambio estructural. “Muchos connacionales están enviando menos dinero por miedo a medidas migratorias, posibles deportaciones o por estar ahorrando ante una eventual crisis. Podría ser temporal, pero hay señales que deben tomarse muy en serio”, advirtió.

El académico destacó la necesidad de que el gobierno mexicano y las entidades federativas tomen decisiones estratégicas ante esta realidad. “La dependencia excesiva de las remesas nos ha dejado vulnerables. Este fenómeno debe ser un llamado a diversificar nuestras fuentes de ingreso y fortalecer nuestras economías locales”, apuntó.

“El problema central es que seguimos dependiendo de factores que no controlamos. Las remesas dependen de la capacidad de empleo y permanencia de nuestros migrantes en Estados Unidos. Si las políticas de ese país cambian, como lo estamos viendo con el endurecimiento de las medidas migratorias, entonces el flujo de dinero hacia México se verá disminuido”, señala el académico.

“Se pensaba que México podía atraer inversión al acercar las cadenas de suministro al mercado estadounidense, pero si no hay seguridad jurídica ni física para transitar por nuestras carreteras, si no hay certidumbre política o económica, las empresas optarán por otros destinos”, comenta.

Otro de los elementos que el académico considera crucial es el llamado “impuesto de la inseguridad”. Este sobreprecio, explica, eleva los costos logísticos, afecta las inversiones y empobrece el entorno económico al desviar recursos que podrían estar en el erario público.

“La delincuencia organizada cobra un peaje altísimo. No solo encarece productos y servicios, sino que obliga al Estado a gastar más para intentar frenarla. Y ese dinero se deja de invertir en desarrollo social o infraestructura productiva”, puntualizó.

Chávez Capó considera que si bien algunos factores no dependen directamente de México, como las decisiones de la Reserva Federal estadounidense o los movimientos de Trump, sí hay áreas donde el país puede tomar cartas en el asunto.

Sugiere una diplomacia internacional más activa y estratégica. “No se trata de caerle bien a todos, sino de negociar con inteligencia, buscando beneficios comunes y minimizando las afectaciones. Es fundamental reforzar las relaciones comerciales con actores clave, como las cámaras empresariales, sindicatos y grupos de presión estadounidenses”, explica.

En ese contexto, la caída de remesas representa una llamada de atención sobre la necesidad de diversificar las fuentes de ingreso para millones de hogares mexicanos.

“No podemos depender de las remesas como una especie de colchón económico perpetuo. Hay que replantear el Plan México, invertir en polos de desarrollo regional, fortalecer el mercado interno y fomentar el ahorro y la inversión a nivel personal y empresarial”, indica el académico.

Chávez Capó hace un llamado tanto a las autoridades como a los ciudadanos a tener una gestión prudente de sus recursos en este entorno de alta volatilidad.

“La incertidumbre nos obliga a actuar con cautela. Hay que cuidar el dinero, evaluar bien en qué lo gastamos y planear el futuro con inteligencia financiera. Desde el hogar hasta las grandes empresas, todos debemos prepararnos para un escenario menos favorable, al menos en el corto plazo”, concluye.