El primer Rector, cumple un año de haber llegado a la casa del Padre
Este 21 de mayo se cumple un año desde la partida de Don Mario Iglesias García Teruel, primer rector de la UPAEP, un hombre cuya visión y liderazgo sembraron las raíces de lo que hoy conocemos como la identidad deportiva de las Águilas. Recordarlo es mucho más que un acto de memoria: es reconocer el origen de un legado que transformó vidas y que sigue impulsando a generaciones de estudiantes a volar más alto.
Don Mario no sólo creyó en el deporte como parte fundamental de la formación integral del ser humano; lo vivió. Fue parte del primer equipo institucional de futbol soccer de la UPAEP, y con esa convicción de quien predica con el ejemplo, construyó una filosofía deportiva que se sostiene hasta nuestros días: respeto por el reglamento, juego limpio, humildad en la victoria y dignidad en la derrota, pasión por competir y amor por el proceso formativo. Así lo recuerda Juan Manuel Aguirre, ex Jefe de Educación Física y Deportes, quien afirma que Don Mario “le dio la identidad al deporte de UPAEP” al integrarlo con los valores de la universidad y al forjar una corriente de pensamiento que busca formar líderes para transformar a la sociedad.
Para Carlos Castro, fundador del equipo de basquetbol y actualmente Responsable de Proyectos del Memorial, Don Mario fue un verdadero pilar que entendió que el deporte debía ser mucho más que recreación. Supo dotarlo de sentido, estructura, recursos y visión institucional. “Tenía claro que el deporte proyecta la imagen de la universidad, y él mismo era testimonio viviente de lo que proponía”, señala. No era raro verlo en entrenamientos, partidos y competencias, no como figura decorativa, sino como acompañante cercano y exigente, motivando siempre desde el ejemplo.
Héctor Álvarez, exjugador de baloncesto de las Águilas, evoca con emoción la primera vez que escuchó hablar a Don Mario en una cátedra inaugural en 1983. Desde entonces, lo sintió como una figura paterna fuera de casa. “Don Mario era nuestro fiel fanático, pero más que eso, era nuestro principal crítico. Sabía nuestros nombres, de dónde veníamos, nos hablaba siempre para animarnos a ir más allá. En lo personal, le estoy agradecido de por vida”. Lo recuerda como un hombre sabio, de conversación cálida, con la mirada serena y una vocación inquebrantable de formador.
A un año de su partida, Don Mario sigue presente en cada entrenamiento, en cada partido, en cada nueva generación que defiende con pasión los colores rojo y blanco. Su legado vive en el corazón de las Águilas UPAEP, en la convicción de que el deporte es un camino de transformación humana y social.
Gracias, Don Mario, por enseñarnos a jugar con dignidad, a competir con espíritu y a soñar en grande. Su historia es el inicio de la nuestra. Su filosofía es la que nos hace volar.